Viejo nuevo orden.

sábado, 14 de enero de 2012

Arcanis Capital, once de la mañana.


-¡El emperador a muerto! ¡El juez supremo ha sido asesinado!

Tiberio caminaba por las entramadas calles de Arcanis una mañana cualquiera cuando un pregonero pasó por su lado, berreando como un loco como solo los pregoneros acostumbran cuando tienen malas noticias. Sin poder dar demasiado crédito a la noticia, disimuló su apuro y torció el rumbo por una callejuela. Hoy no iría al cuartel. En cambio, se dirigió inmediatamente y con paso acelerado a "El camino del Rey", olvidando toda precaución. Irrumpió en la taberna, a esas horas vacía, e inmediatamente se dirigió a la posadera.

-Quiero una habitación- soltó, jadeante- muy oscura, por favor.
-A estas horas de la mañana excusad de andaros con precauciones, Tiberio- le sonrió Vibia mientras echaba cuentas sobre un pergamino-. Ya sabes donde está el jefe.
-Toda precaución es poca. Gracias de todos modos-la correspondió Tiberio.

El hombre bajó al almacén de la taberna quitándose la capa y, cuando llegó al quinto barril de vino, dió cinco golpes secos con una llave sobre el grifo. Con un leve "Clack", la tapa se abrió y entró hacia el fondo iluminado.

-¿Quien es? -preguntó una voz suave y profunda.
-Tiberio, señor- anunció-. Vengo a informar sobre algo importante.
-Que el emperador ha muerto, ¿verdad?- dijo Casius Arcana, alzando la mirada de su escritorio.
-O sea que ya estais...
-Más de lo que creeis, muchacho. Tengo muchos informadores en palacio, y llevo tres horas investigando el asunto. Esto es lo que me han traido hasta ahora -señaló varios pergaminos del escritorio- y aún tengo a varias personas investigando ahí fuera.
-No quisiera pecar de curiosidad -soltó casio por educación, aunque sabía que la pregunta lo carcomía-, ¿pero entonces que ha sucedido en palacio?
-Pues por lo que sé... encontraron el cadáver del juez supremo Flavius en la sala del trono a las siete de la mañana, junto con los de cuatro jueces. Se sabe que el agresor ha desaparecido, pero no se conoce el motivo del asesinato. Y estarás de acuerdo conmigo en que no hay demasiadas personas en el imperio capaces de asesinar a tantos jueces de ese rango a la vez.
-¿Creeis que pudo ser cosa de algún dragón vengativo? En otro tiempo Flavius fué un gran azote para su orden durante la guerra.
-Francamente, lo dudo. He sido testigo del poder de los jueces durante la guerra, y además, hasta el propio Tiamant sabe que no conseguirá nada asesinando a un solo emperador-suspiró Casius-. A rey muerto rey puesto, como se suele decir.

En ese momento, un portazo se oyó arriba, en la taberna y acto seguido, los cinco golpes en el grifo del quinto barril. De la penumbra emergió un muchacho joven, más que tiberio, ataviado con una túnica de mago. Jadeando, buscó la mirada de Casius, quien se levantó preocupado a atenderle mientras Tiberio le sostenía. Apenas se mantenía en pie.

-Estos magos no saben lo que es la actividad física, mi señor- comentó Tiberio, con media sonrisa.
-Shh. Salvio, muchacho, ¿que ha sucedido?-le preguntó Casius, encorvándose levemente.
-El asesino... del emperador...-informó entrecortadamente- fué el maestro... Garland...
Casius se sorprendió en silencio, mientras Tiberio no pudo callarse.
-¿Garland? ¿El indultado? ¿El viento de ébano que barrió los campos de batalla en la guerra en nombre del imperio? ¿Pero estais ebrio a estas horas?
-No es todo...- lo interrumpió Salvio, recuperando el aliento- ellos... me apresaron escuchando... suero de la verdad... saben de este escondite... ¡están viniendo hacia aquí!