-¡Reforzad las puertas!¡Cerrad ventanas y cañoneras!-ordenó Esis
Obedientes, los guardias cumplieron las ordenes, mas ya era tarde. El agua entraba ya por entre la piedra del muro poco a poco, hasta que empezaron a caer pequeñas piedras de los recovecos que quedaban entre piedra y piedra. Isis venía corriendo desde
-¡El conde dice que dejéis eso y subáis arriba!
-¡Dile al conde que si se cree tan listo,que baje y ayude,que estamos en esta situación por su culpa!-respondió Esis.
-¡No me jodas!-dijo Isis-¡Sabes que no hay nada que hacer, Esis.
-¡Prefiero morir aquí que en
-¡Como quieras, hermano!-dijo Isis poniéndole una mano en el hombro a su gemelo-¡Pero será un suicidio para ambos!-y corrió a ayudar con los sacos de arena con que en ese momento cubrían las puertas.
Su ayuda resultó inútil, pues apenas dos minutos más tarde el muro se desplomó abriendo paso a una torrente de agua y pedazos de hielo que lo arrasó todo, llevándose las vidas de cuantos se encontraban en el castillo.
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-¡Santo cielo!-dijo el conde-¿Es esta la piedad de los dioses?
-No-respondió la bella dama de blanco que le guiaba por el castillo del Valle Helado-Es mi piedad. Para ti y para vuestro pueblo, que está pagando tu estupidez.
-Insisto en que fui mal aconsejado por un buen amigo .Sea como sea, no sé como agradecértelo-a su alrededor la gente se instalaba en las viviendas excavadas en piedra-Me gustaría saber cómo pagaros vuestra hospitalidad.
-El único precio que exijo es harto ridículo comparado con el bienestar de vuestro pueblo.¿Veis esa colina? Llevad un vástago nacido en época invernal a la cima una vez al año desde este mismo instante. El primer pago se llevará a cabo esta medianoche.
-Pero tengo que consultarlo con mi gente. Además ,no creo que nadie esté dispuesto a sacrificar a un hijo por generosa que sea la recompensa.
-Me temo que no hay tiempo para consultas. Si crees que tu pueblo no estará de acuerdo con el precio basta con que nadie se entere del precio de mi hospitalidad.
-¿Tengo elección?
-No. Quiero una respuesta ya.
-Está bien. Enviaré a mis hijos a llevar el primer pago. ¡Uunmia!-Una mujer de pelo lacio cuyo vestido que daba a entender su posición social se acercó-Querida, ¿te importaría llamar a mi hijos? Creo que se encuentran en las puertas.
-¿A cual de ellos, Esis o Isis? –preguntó Uunmia.
-Eeeh bueno…ambos.