Ejercicio 5:Huida

domingo, 16 de diciembre de 2007

-Vaya vaya…Encontrar una mina en tu jurisdicción y no informar al rey es muy grave.-dijo el juez-Sabes que todo lo que sea encontrado en las tierras del reino pertenece al rey, sea quien sea quien lo haya encontrado.


-Lo sé, por eso te pido ayuda. He sobornado al inspector, pero no sé que hacer con los ladrones-respondió el conde-… y además, tal y como están las cosas en la capital, no me atrevo a ir personalmente.

-Es verdad que corren malos vientos en la capital.-suspiró el juez-Con lo del título imperial del príncipe, las cosas van a cambiar mucho por aquí. Lo único que puedes hacer es mandar a Esis e Isis allí a ver como está la situación.

-Ya lo he hecho. Es más, volvieron esta mañana, y no con buenas nuevas, precisamente. Los ladrones han sobrepasado la frontera, y yo no tengo potestad para enviar a nadie fuera del reino, así que he llamado a la guardia real.

-¡¿Pero tú eres tonto?!-le gritó el juez.

-¿Qué?

-¿Te das cuenta de lo que pasará si los guardias reales saben algo de la mina?

-¡Mierda!¡No lo pensé!

-¡Es obvio que no!

-¿Y ahora que hago?

-Lo único que te queda. Marcharte lejos. Cuanto antes mejor. Y llévate contigo a todo aquel que sepa algo de la mina.

-¡Pero eso es casi toda la gente de la villa y los alrededores!-dijo el conde desesperado.

-No tienes alternativa. ¡Vamos!¡Huye con tu pueblo y tus hijos!

Ejercicio 4: Tierra Arrasada

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Esis despertó aturdido en la destruida fortaleza. Estaba tirado contra lo que quedaba del muro,al lado del cadáver mutilado de uno de los guardas privados del conde,lo cual le hizo vomitar. Miró atrás y vió lo que esperaba. La torre había sido arrasada sin piedad por las aguas del glaciar, el cual, a pesar de estar prácticamente derretido, soportaba el castillo. No tuvo más remedio que huir en cuanto vió que el hielo comenzaba a ceder. Corrió a través de la garganta que daba acceso al castillo durante horas.

En cuanto llegó a los muelles en donde había desembarcado junto con los demás vió algo que no había tenido en cuenta: la flota con la que habían llegado al glaciar había desaparecido. Tal vez había sido cosa de aquella extraña mujer que había visto junto con el conde, pues ella era la que había destruído el castillo. Tal vez supiera de su supervivencia y quisiera terminar el trabajo…

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Tras varios días sin comer, Esis se veía muerto. Tal vez en el castillo habían quedado provisiones, pero ya no quedaba nada de él,así que no merecía la pena volver. Era mejor seguir esperando a que llegara un barco. Y llegó, pero era un barco pirata. Sin embargo, Esis no tenía nada que perder salvo su oxidada espada y sus mohosas ropas, así que no se cortó en el momento de hacer señales. Por supuesto,la avaricia de los piratas los hizo detenerse en el glaciar.

Ejercicio 3: La estatua.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Greed atravesó la puerta de roble y entró en la habitación.Era una especie de capilla,pero con figuras grotescas. Aquí y allá, los relieves le dirigían maliciosas sonrisas, como si supieran algo que él ignoraba y se burlasen de él. En el centro de la sala estaba sentada en el suelo una mujer muy bién vestida. Le tendía una daga polvorienta.

-Buenas noches. Disculpe mis pobres modales, pero llevo un poco de prisa.-le dijo Greed. La mujer ni se inmutó.- ¿Hola?- Silencio.

Greed le dio unos suaves golpecitos en el hombro y se dio cuenta de lo que sucedía. Era una estatua, esculpida con tal perfección que parecía respirar a la luz de la sala…la luz. ¿De donde provenía esa luz? Caía como un velo nupcial sobre el rostro de la estatua y ni siquiera tenía una sombra.Parecía provenir del mismo techo de la sala, pero era absurdo. El techo ni se veía debido a la oscuridad de la sala…

La estatua miraba con tristeza hacia la pared donde debía estar la puerta. Sin embargo, el muro no poseía ni una rendija por la que entrar a la sala, y, por supuesto, no quedaba rastro de la puerta de roble.

Asustado, Greed corrió palpando las paredes de la sala buscando una salida. Nada. Entonces reparó en una estatua que no había visto antes. Estaba al extremo de la sala y representaba tres ángeles esqueléticos cuyos rostros reflejaban el miedo. Uno de ellos lloraba sangre.

Hacía días que Greed tenía la polvorienta daga en la mano. Deliraba. Tenía sed, y lo único que bebía era la sangre que lloraba el ángel. Tenía hambre y solo comía alguna que otra rata que de vez en cuando aparecía por la sala. Un día, decidió suicidarse viéndose consumido por el tiempo,y se cortó las venas con la daga. Sin embargo, a su mente le vino una idea. Paró la hemorragia con el cinturón de su pantalón y, sorprendido de habérsele ocurrido algo así estando al borde de la locura, se le ocurrió una solución. De algún lugar tendrían que venir las ratas ¿no?

Lo que Greed no vió es que ahora dos de los ángeles lloraban sangre.

Ejercicio 2: El cacique del lugar

lunes, 3 de diciembre de 2007

Estaba tras la barra limpiendo vasos, como siempre. El viejo McArthur estaba sentado en la barra,cosa bastante extraña,pues solía jugarse los magros ahorros que sacaba de su rancho al póker en la mesa del fondo..También estaban dos vaqueros que despotricaban contra el sheriff y solían echar precavidas miradas al indio sentado bajo el televisor. Emitían un partido cuyos equipos ni conocía.

Fuera, el sol quemaba la llanura sin piedad. Cuando compré este local lo hice ya con idea de montar un saloon, pues la puerta miraba hacia el desierto y del desierto siempre llegan sedientos viajeros. Mientras miraba las castigadas arenas a través de las cristaleras un coche paró fuera. De el bajó un anciano de aspecto frágil que portaba varios anillos que reconocí como los que se vendían en la joyería del señor Humbert. Entró.

-¿Qué se le ofre…?

-¡Tú, maldito!-salto la voz de McArthur sobreponiéndose a la mía. Señalaba al extraño-¡Tú me robaste mi rancho!-Cogió la botella de whisky que estaba bebiendo, la rompió contra la pared y se dirigió corriendo hacia el anciano cuando se oyó un disparo.-¡Hi…jo…de…!-Se desplomó.

-Buen día,barman-dijo el anciano, sin siquiera inmutarse.

-¿¡Quién es usted!?-dije con una voz extrañamente aguda.

-Este hombre es John Fisher. Ve con cuidado.-el indio se había acercado y me hablaba sin molestarse en bajar el tono.

-Como bién dice el indio-dijo el viejo poniendo un especial énfasis despectivo en la palabra “indio”-,mi nombre es John Fisher. Sin embargo ,mi nombre no le debería importar tanto como la oferta que le traigo…

-¿Qué clase de oferta?-regunté receloso.

-Verá,he detectado cierta falta de pagos en la hipoteca del local y me gustaría ayudarle.

-Mis pagos están bien, gracias.

-Me temo que se perdieron por el camino.-dijo uno de los guardaespaldas sacando un fajo de billetes sujeto por una goma de pelo que reconocí como la de mi hija, en paz descanse.

-Tú…tú has…-dije con voz entrecortada.

-Antes de que monte una escena-dijo Fisher alzando la voz-me gustaría negociar con usted…

-No le pienso vender el local.-dije con impropia determinación.

-¿Quién habla de vender? Se trataría de un…traspaso amistoso.

-Menos aún.

-Por desgracia,no tienes elección-me tuteó.

-Prefiero morir antes que dar mi bar a alguien como usted.

-¿Morir? Jeje…ejem.

-¿Qué le hace tanta gracia?

Sacó un documento de aspecto auténtico.

-Según este documento,todo el terreno sobre el que está construída esta linea de casas no pertenecen legalmente al ayuntamiento, sino al rancho de ese pobre desgraciado-señaló al inerte cuerpo del viejo McArthur-el cual,ahora me pertenece a mí.Es decir ,soy el propietario legal de este antro.-ya no quedaba ni rastro de la fatiga que mostraba al bajar de su coche, y tenía la mano a la altura de su revólver.

-Puedo decirlo más alto pero no más claro:¡NO!

-Muy bien. Sam, Mike, encargaos.-dijo dirigiéndose a sus guardaespaldas,los cuales ya no estaban de pié, sino en el suelo, desangrándose por unas heridas de las cualer sobresalían sendas flechas.

-Muertos-dijo el indio, sujetando firmemente su arco y apuntando a Fisher-y lo mismo te pasará a ti como no nos devuelvas lo que es nuestro.

El viejo, con una agilidad insospechada, desenfundó su revolver,pero el indio cubrió la distancia que le separaba de Fisher de una zancada y le clavó un puñal en el corazón.

-Ah…-musitó, y me apuntó con el revolver. Disparó.

Ejercicio 1:La Muralla

miércoles, 28 de noviembre de 2007

-¡Reforzad las puertas!¡Cerrad ventanas y cañoneras!-ordenó Esis

Obedientes, los guardias cumplieron las ordenes, mas ya era tarde. El agua entraba ya por entre la piedra del muro poco a poco, hasta que empezaron a caer pequeñas piedras de los recovecos que quedaban entre piedra y piedra. Isis venía corriendo desde la Torre y gritándole a Esis:

-¡El conde dice que dejéis eso y subáis arriba!

-¡Dile al conde que si se cree tan listo,que baje y ayude,que estamos en esta situación por su culpa!-respondió Esis.

-¡No me jodas!-dijo Isis-¡Sabes que no hay nada que hacer, Esis.

-¡Prefiero morir aquí que en la Torre, cobardemente refugiado!-replicó Esis.

-¡Como quieras, hermano!-dijo Isis poniéndole una mano en el hombro a su gemelo-¡Pero será un suicidio para ambos!-y corrió a ayudar con los sacos de arena con que en ese momento cubrían las puertas.

Su ayuda resultó inútil, pues apenas dos minutos más tarde el muro se desplomó abriendo paso a una torrente de agua y pedazos de hielo que lo arrasó todo, llevándose las vidas de cuantos se encontraban en el castillo.


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-¡Santo cielo!-dijo el conde-¿Es esta la piedad de los dioses?

-No-respondió la bella dama de blanco que le guiaba por el castillo del Valle Helado-Es mi piedad. Para ti y para vuestro pueblo, que está pagando tu estupidez.

-Insisto en que fui mal aconsejado por un buen amigo .Sea como sea, no sé como agradecértelo-a su alrededor la gente se instalaba en las viviendas excavadas en piedra-Me gustaría saber cómo pagaros vuestra hospitalidad.

-El único precio que exijo es harto ridículo comparado con el bienestar de vuestro pueblo.¿Veis esa colina? Llevad un vástago nacido en época invernal a la cima una vez al año desde este mismo instante. El primer pago se llevará a cabo esta medianoche.

-Pero tengo que consultarlo con mi gente. Además ,no creo que nadie esté dispuesto a sacrificar a un hijo por generosa que sea la recompensa.

-Me temo que no hay tiempo para consultas. Si crees que tu pueblo no estará de acuerdo con el precio basta con que nadie se entere del precio de mi hospitalidad.

-¿Tengo elección?

-No. Quiero una respuesta ya.

-Está bien. Enviaré a mis hijos a llevar el primer pago. ¡Uunmia!-Una mujer de pelo lacio cuyo vestido que daba a entender su posición social se acercó-Querida, ¿te importaría llamar a mi hijos? Creo que se encuentran en las puertas.

-¿A cual de ellos, Esis o Isis? –preguntó Uunmia.

-Eeeh bueno…ambos.