Ejercicio 3: La estatua.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Greed atravesó la puerta de roble y entró en la habitación.Era una especie de capilla,pero con figuras grotescas. Aquí y allá, los relieves le dirigían maliciosas sonrisas, como si supieran algo que él ignoraba y se burlasen de él. En el centro de la sala estaba sentada en el suelo una mujer muy bién vestida. Le tendía una daga polvorienta.

-Buenas noches. Disculpe mis pobres modales, pero llevo un poco de prisa.-le dijo Greed. La mujer ni se inmutó.- ¿Hola?- Silencio.

Greed le dio unos suaves golpecitos en el hombro y se dio cuenta de lo que sucedía. Era una estatua, esculpida con tal perfección que parecía respirar a la luz de la sala…la luz. ¿De donde provenía esa luz? Caía como un velo nupcial sobre el rostro de la estatua y ni siquiera tenía una sombra.Parecía provenir del mismo techo de la sala, pero era absurdo. El techo ni se veía debido a la oscuridad de la sala…

La estatua miraba con tristeza hacia la pared donde debía estar la puerta. Sin embargo, el muro no poseía ni una rendija por la que entrar a la sala, y, por supuesto, no quedaba rastro de la puerta de roble.

Asustado, Greed corrió palpando las paredes de la sala buscando una salida. Nada. Entonces reparó en una estatua que no había visto antes. Estaba al extremo de la sala y representaba tres ángeles esqueléticos cuyos rostros reflejaban el miedo. Uno de ellos lloraba sangre.

Hacía días que Greed tenía la polvorienta daga en la mano. Deliraba. Tenía sed, y lo único que bebía era la sangre que lloraba el ángel. Tenía hambre y solo comía alguna que otra rata que de vez en cuando aparecía por la sala. Un día, decidió suicidarse viéndose consumido por el tiempo,y se cortó las venas con la daga. Sin embargo, a su mente le vino una idea. Paró la hemorragia con el cinturón de su pantalón y, sorprendido de habérsele ocurrido algo así estando al borde de la locura, se le ocurrió una solución. De algún lugar tendrían que venir las ratas ¿no?

Lo que Greed no vió es que ahora dos de los ángeles lloraban sangre.