No tenía
ni la menor idea de lo que estaban diciendo, pero hasta él podía intuír que el
tono de aquel poderoso dragón de escamas rubí y nombre impronunciable revelaba
cierto temor reverencial en sus palabras ante Tiamant.
"Uno
pensaría que el un dios para los dragones tendría tener cierto porte de
majestuosidad"-pensó Garland mientras estudiaba aquel que había detonado
las hostilidades entre dragones y humanos hacía ya cientos de años. Tiamant,
para ser un dragón, era extremadamente pequeño; no mediría más de tres metros
erguido (postura que hasta el momento no había cambiado) y ningún colmillo
sobresalía de su escaso hocico. Dos enormes cuernos sobresalían por la parte
posterior de su cráneo para volverse hacia delante. Sus desproporcionadamente grandes alas, lejos de asemejarse a las alas
de cuero de sus devotos, estaban compuestas de plumas tan negras como las
escamas que le cubrían el resto del cuerpo. Sus ojos emitían un destello rojo
tal que parecían arder en las cuencas. - "Bueno, tal vez el tamaño no lo
sea todo"
Observaba
la situación desde saliente próximo al techo, encapuchado y al abrigo de la
oscuridad. Por suerte para él, la sala estaba vagamente iluminada por unas
pocas llamas congeladas en el aire, inmóviles. Si algo había aprendido en los últimos días era que
que en el archipiélago flotante de Sénogard los dragones no tenían gran pasión
por las estancias luminosas.Todo allí estaba esmeradamente tallado por el fuego
en la roca, arte en el que al parecer la presencia de ventanas no era
bienvenida. Garland se sorprendió pensando en el significado de los abstractos
relieves de las pareces cuando el enorme dragón rubí se marchó de la estancia
echando un vistazo rápido al rincón donde se encontraba agazapado.
"Nah,
si me hubiera visto habría reaccionado"
Acto
seguido Tiamant se volvió para ocupar de nuevo su pétreo trono, oportunidad que
Garland aprovechó para descender en silencio como un gato y avanzar ágilmente
por la sala, esquivando las zonas iluminadas por las llamas congeladas mientras
desenfundaba la hoja de vacío que le había otorgado su padre con un propósito
bien distinto.
-¿Vas a
matarme?
-...
Garland
tenía la hoja a escasos centímetros de su cuello.
"¿Puede verme?"
-Claro que
puedo verte. Y mucho más -dicho esto Garland fué alzado en el aire por unas manos
invisibles que le sujetaban las extremidades, alejándo a señor de Sénogard de
su alcance. La hoja de vacío cayó al suelo con un estrépito sordo -. Pequeño
cachorro humano -susurró directamente a la cara de Garland, que le giró la
cabeza al notar su sulfúrico aliento-, eres bastante hábil para su especie,
pero ¿realmente creías que habías tenido éxito donde todos tus predecesores
habían fracasado antes siquiera de acercarse a esta fortaleza?
-No...
-tosió- No había razón para pensar lo contrario.
-La había,
pero me temo que no la conocen muchos de los tuyos - tenía una voz profunda que
parecía casi humana, pero su tono resultaba aburrido. O realmente la situación
le daba igual o los dragones eran más diferentes de los humanos de lo que
Garland creía-. Los dragones más antiguos son algo más que dracos de inteligencia
y poder superior...
"Vaya,
hay que ver lo que les gusta hablar a estos bichos"
-Solo te
lo digo para que entiendas tus circunstancias-suspiró Tiamant, aburrido.
"Mierda"
-La
cuestión es que nosotros, a diferencia de los humanos y nuestros engendros, no
vemos la luz. Solo vemos diferencias en la temperatura. Para que lo entiendas,
lo cálido se proxima más al color de mis ojos y lo más frío al negro de mis
alas.
-¿Y eso tú
cómo lo sabes? -se le escapó a Garland.
-Tus
pensamientos no son lo único que me resulta permeable en tu cabeza- la
interrupción pareció irritarlo levemente, pero sus ojos seguían mirando sin
interés-. Sabiendo esto y viendo las lucecillas que cubren el lugar en que
estamos... ¿qué crees que ha sido tu camino hasta aquí?
-...
"He hecho
exactamente lo que él pretendía que hiciera"
-¿Una
invitación? -aventuró, bastante seguro de su respuesta.
-Exactamente-confirmó
reanudando el camino hacia su trono-, aunque no esperaba que te lo tomases como
tal. Ahora procura no volver a intentar atentar contra mi vida... -una vez
Tiamant estuvo sentado en aquel trono de piedra, los grilletes invisibles que
sostenían a Garland en el aire se soltaron abandonándolo a una breve caída-...
y háblame de tu padre.
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