Origen

sábado, 11 de diciembre de 2010

Imagina. Una sucesión infinita de infinitas formas dispares y completamente aleatorias. La máxima expresión del azar. Formas, colores, pensamientos, existencias más allá de la comprensión… todo entremezclado en una infinidad de sucesos al azar. Así era el caos. Una masa caótica en constante cambio, el todo en potencia.

Pero una sucesión infinita de todo lo posible acaba desembocando en un punto en el que la sucesión se detiene. De este modo, un día el caos adquirió la esencia de un ser vivo, de la vida.Una unidad solitaria, absoluta, pues era la única existencia, que se mantuvo inmóvil gracias al instinto básico del que se dota a cualquier forma de vida, la autoconservación. Sin embargo, seguía siendo una sucesión, ahora solo de formas de vida. Cada una superior, más capaz, que con el paso de las formas iba adquiriendo mas noción de si misma. Hasta que un día surgió una nueva capacidad, la imaginación.

El caos tenía acceso a toda creación tan solo con acceder a ella a través de aquel misterioso mecanismo que se encontraba en algun punto de su ser. Sin embargo, una existencia como la del caos no podría jamás proyectar visiones ni ideas comprensibles, ya que, aunque absolutamente sabia y poderosa, no podía subrayarse de “cuerda”, en el sentido humano de la palabra. Así surgieron ideas enfermizas producto de una creatividad que, aunque ilimitada, no podía ser dominada jamás por una mente como aquella. Estas ideas, que eran proyectadas por el propio caos en su infinita capacidad, también eran automáticamente destruidas por el mismo, ya que la existencia estaba limitada al mismo caos, con lo que el hecho de compartirla era impensable. Sin embargo esto quedo solucionado cuando una idea solo imaginable en la mente más desequilibrada surgió de el Caos; una de las que se convertirían en las esencias principales del universo: el espacio.

Ahora el caos flotaba en una inmensidad de nada. Allí se iban proyectando las ideas absurdas y dementes del Caos, ideas que existían pero que no cambiaban ni evolucionaban, ideas carentes de dinamismo ni cambio. Y asi fue hasta que el caos proyectó otra idea en el universo: el tiempo, la segunda esencia que determinaría el desarrollo de las futuras ideas. Ideas que el caos destruía a medida que eran proyectadas. Sin embargo, a medida que este pasaba, más se asustaba Caos de sus propias ideas, de su propia imaginación, de su mente enferma… De este modo, y con gran esfuerzo, se arrancó parte de su imaginación buscando algún tipo de alivio, y mutilando para siempre su mente. Esta se dio a si misma una forma grande y de gran majestad, una forma completamente distinta a él, que mantuviese sin embargo una esencia que compartir con él, la vida. Así nació el Dragón, Tiamat. La creatividad encarnada en un ser sabio como el caos, sin el lastre del demente.

El caos a pesar de todo, no encontró alivio al deshacerse de parte de sí mismo, así que, desesperado, le pidió ayuda a aquel nuevo ser. Este, al ver al caos, se compadeció y decidió ayudarle, ya que para él, era como el padre que le había dado vida. Con ayuda de Tiamat, Caos retiró de sí mismo la otra mitad de su creatividad. A esta Tiamat le dio la forma de una puerta, que estuviese siempre cerrada y de la cual saliesen las ideas por los resquicios, de forma ordenada. Las ideas empezaron a acumularse en torno a la puerta, hasta conformar un discurso como el de un río.

Sin embargo muchas ideas eran incapaces de convivir sin negarse unas a otras, con lo que Tiamat dividió el universo en dos planos en los que uno contuviese las ideas contrarias a las del otro. De este modo surgieron los dos planos principales: el plano del Origen y el plano de Arcadia. El plano del Origen era en el que estaba contenida la puerta y era en el que descansarían las ideas mas problemáticas, mientras que en el plano de Arcadia reposarían sus ideas contrarias. Tiamat unió estos dos planos por un túnel de una sola dirección, de modo que las ideas que salían del Origen jamás podrían volver a él. Creó un castillo a la salida de Origen desde el cual poder observar las ideas que escapaban de él y en el que poder vivir con Caos, el artífice de todo aquello.

Pero el Caos, ahora privado de toda capacidad de creación, solo conservaba la capacidad de destruir con su enorme poder. Así empezó a destruir el plano del origen por alguna razón que él mismo no comprendía. Tiamat apareció para apaciguarle, y creyó haberlo conseguido. Al menos hasta el momento en que reivindicó aquel universo como suyo, ya que había sido quien había traído estabilidad a la misma existencia, olvidando su antiguo deber para con su creador. El caos al escuchar esto montó en cólera y empezó a destruir el castillo sobre el que se asentaba la puerta con intención de llegar hasta ella, destruirla y dejar escapar lo que quisiera que se encontrase en su interior. Tiamat, horrorizado, intentó detenerle y defendió la puerta con sólidas barreras indestructibles. El hecho de que el caos tuviera la capacidad de la destrucción absoluta y las barreras fuesen indestructibles creó una contradicción que afectó a todo el plano del Origen, el cual quedó maculado.

Caos escapó entonces al plano de Arcadia con intención de destruir al menos aquel segundo universo, y fue seguido por Tiamat. Este lo encontró cuando ya había destruido muchas de las ideas que le otorgaban belleza aquel plano, incluida la luz, que destruyó en infinitos fragmentos que salpicaron toda la inmensidad. Tiamat montó en cólera, pero no podía hacer nada. El solo era un creador, no podía evitar que el caos destruyera sin que hubiese desastrosos resultados, como demostraba la experiencia de Origen. Entonces se le ocurrió hacer doce copias de si mismo, con sus mismas capacidades, pero con la capacidad de destruir. Mandó a sus dragones a por Caos, y lucharon en una titánica batalla en la que Tiamat les daba apoyo con sus creaciones. Siete de los dragones murieron. Los otros cinco llevaban las de perder cuando Tiamat tuvo una idea que evitaría mas destrucción. Mandó a sus dragones inmovilizar al caos por unos segundos, que Tiamat aprovechó para inducir en su mente enferma y destructiva la idea del sueño. Esta idea se materializó de modo que el caos quedó en un estado de narcosis permanente.

Aun con el Caos dormido, Tiamat tenía miedo. Así pues, con ayuda de los dragones, encerró al Caos en el núcleo de un enorme bloque de piedra que orbitaría en torno al fragmento de Luz mas cercano al que bautizó como Sol. Dotó la superficie de aquel bloque esférico de una naturaleza similar a la del antiguo plano de Origen, ahora un montón de ruinas incoherentes, para que los cinco dragones lo poblasen y lo custodiasen en su ausencia. Los dragones bautizaron el bloque como Terra. Tiamat marchó a los confines de Terra, donde el frío y la desolación lo dominan todo, a los paramos de la Tundra, muy lejos, en el sur. Allí, cansado, se dejó encerrar en un bloque de hielo del que no saldría hasta muchos, muchos eones después.